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Cuando algo tan habitual como conducir se convierte en un momento placentero, antes hemos tenido que movernos por diversos obstáculos.

martes, 10 de agosto de 2010

Más potencia, más daños.

Más potencia, más daños.

Los coches potentes y de bajo peso incrementan el coste de los siniestros un 23%

En los seguros de Automóvil, la edad del conductor no es el único factor agravante de la siniestralidad, aunque sí el más determinante en frecuencia. Sin embargo, este factor pierde importancia en relación con los daños a favor de la potencia de los vehículos, sobre todo si son de bajo peso y tamaño, ya que incrementa su intensidad, tanto entre jóvenes como en franjas de edad más altas.

Siempre se ha entendido que un coche de elevada potencia y bajo peso –el sueño de todo deportivo- es capaz de desarrollar más velocidad debido a que cada caballo de vapor tiene que soportar una menor carga. La mala noticia es que esta circunstancia conlleva una comportamiento menos seguro en situaciones comprometidas.

Se ha llevado a cabo un estudio de siniestralidad que concluye que los vehículos con mayor potencia con relación a su peso causan accidentes un 23% más graves en comparación con el resto de vehículos. Para realizar el estudio se analizaron más de 800.000 registros de turismos y los siniestros provocados por ellos y los datos revelan que la potencia es un factor cuya incidencia en la siniestralidad es, en ocasiones, mayor que la edad de los conductores, sobre todo en lo que se refiere a coste y gravedad de los mismos, y no tanto en su frecuencia.

Es un dato contrastado que los siniestros provocados por personas menores de 25 años de edad son 2,27 veces más frecuentes que los del total de conductores. Sin embargo, este ratio alcanza un 2,88 en el caso de que el conductor, además de ser joven, conduzca un vehículo “volador”, es decir, aquel vehículo sobrepotenciado con respecto a su peso (No es lo mismo un Renault Clío con 150 CV para sus 1.000 kilos de peso, que un BMW Serie 5 de 250 CV que pesa el doble y es más ancho y más largo).

Del informe se desprende que, no obstante, la frecuencia en el número de accidentes de conductores de turismos de estas características es menor pero no permanece estable en edades más maduras, ya que entre los 46 y los 64 años se produce un repunte coincidiendo con el momento de la vida en que aumenta la inclinación de los conductores por este tipo de coches. Eso sí, se produce un fenómeno que puede maquillar algo este dato estadístico, ya que, con frecuencia, son los hijos de estos conductores los que se accidentan y no quedan reflejados en el parte de siniestro. A partir de los 65 años, el ratio vuelve a bajar, debido a que, aunque sigan llevando vehículos de alta potencia, suelen serlo de gama alta y gran tamaño con el añadido de que su uso es a velocidad más moderada.

Todo parece indicar que el conductor experimentado que se pone al volante de un coche de estas características puede, e incluso suele, ser víctima de una falsa sensación de seguridad que le lleva a considerar que va a poder dominar el vehículo, lo que va vinculado a la frecuencia de siniestros, tal y como señala el estudio. Algo parecido sucede con otro tipo de vehículos, en este caso de elevada relación de peso y potencia como son los todo-terrenos.

La conclusión del estudio es que las relaciones de peso y potencia elevadas operan como multiplicadoras del número de siniestros en el segmento de conductores jóvenes, por ser éstos los que más se accidentan, pero también en el resto de franjas de edad, donde la experiencia genera exceso de confianza.

Fuente.- Artículo de Víctor Arranz en Mercado Previsor.

El latigazo cervical

El latigazo cervical

Es la lesión más frecuente al volante

El síndrome de latigazo cervical, una lesión de cuello, es la más frecuente en accidentes de tráfico. El 98% de las personas que lo sufren en España –más de 60.000 al año- tiene ese origen. Más de la mitad de las prestaciones por lesiones son por este concepto y superan los 10.000 millones de euros anuales en Europa, incluyendo días de baja e indemnizaciones directas.

El Centro Zaragoza, Instituto de Investigación sobre Reparación de Vehículos, ha realizado un estudio de los asientos de 251 modelos de automóviles pertenecientes a 32 fabricantes con el objetivo de determinar si el reposacabezas que utilizan es el adecuado para prevenir el síndrome de latigazo cervical, provocado, generalmente, por un impacto trasero en el vechículo.

El estudio ha dividido los asientos en cuatro grupos: buenos, aceptables, poco eficaces y muy poco eficaces. Los resultados se han comparado con los obtenidos en 2005 y se ha llegado a la satisfactoria conclusión de que los asientos aprobados han pasado del 40% al 71%. La mala noticia es que todavía algo más de uno de cada cuatro son considerados poco o muy poco eficaces.

En el informe se detallan las calificaciones por marca y modelo y se observa que aquellas marcas reputadas por su seguridad, en general alemanas y del norte de Europa, demuestran que ese prestigio no es casual pues dotan a sus vehículos de asientos y reposacabezas adecuados. Por el contrario las marcas asiáticas ofrecen una protección menor.

La metodología utilizada ha consistido en dos pruebas. La prueba estática valora la geometría del asiento, basándose en la altura media del reposacabezas -que debe estar por encima del centro de gravedad de la cabeza- y la distancia horizontal de separación.

Para ser considerado bueno, un reposacabezas debe estar, como máximo, a 6 centímetros de la parte superior de la cabeza y con una separación no mayor de 7 centímetros.

La prueba dinámica consiste en una simulación de colisión a una velocidad de 16 km/h. instalando el asiento en un trineo y haciendo el ensayo con un “dummy”, un muñeco con la forma, tamaño y peso de un ser humano. En dicha prueba se tienen en cuenta dos criterios. El primero es la evaluación del asiento, medida por el tiempo transcurrido desde que se inicia el pulso de aceleración hasta que la cabeza contacta con el reposacabezas, así como la aceleración máxima que experimenta el ocupante. El segundo son las fuerzas que actúan sobre el cuello, calificadas como bajas, moderadas o elevadas. Combinando los resultados de ambas pruebas, se realiza la calificación general que se refleja en el informe.

A la hora de elegir coche, aparte de diseño, color y potencia, deberíamos considerar si el elegido protege suficientemente nuestro cuello. Por tanto cuando vayamos a verlo al concesionario, empleemos un poco de tiempo en comprobar que sus reposacabezas cumplen las distancias mínimas exigidas y pidamos al vendedor que nos enseñe a regularlo si ello es posible. Y siempre que nos acomodemos en el asiento de cualquier coche y antes de ponernos el cinturón, adaptemos el reposacabezas a nuestra medida. No cuesta nada y evitará muchos dolores en caso del indeseado golpe por alcance.

Fuente.- Artículo de Marcos Domínguez en la revista “Mercado Previsor”.